Cuando han transcurrido casi tres años desde la matanza de Madrid, y tras observar lo que está ocurriendo en la sala de la Audiencia Nacional de la Casa de Campo y lo que nos están contando diferentes medios de “comunicación”, deseamos manifestar lo siguiente:
1– Consideramos que este juicio no es tal, sino un capítulo más en la farsa que los diferentes aparatos del Estado están construyendo desde la mañana del 11 de marzo de 2004 para encubrir a los criminales y culpar en su lugar a personas inocentes. Al mismo tiempo, reiteramos nuestro convencimiento de que ningún grupo islamista es responsable de esa matanza, de la misma manera que descartamos que ETA tuviera la menor relación con ella. Como hemos señalado extensamente en un documento anterior, creemos que existen indicios sólidos para afirmar que la masacre fue un operativo militar clandestino vinculado al ejercicio antiterrorista de la OTAN que se efectuó en marzo de 2004 en diferentes capitales europeas (entre ellas Madrid) y a diversos dispositivos de inteligencia, entre los que se encuentran los que se han venido en llamar “vuelos de la CIA”. A pesar del intento de silenciar la relación de estas y otras organizaciones con el “terrorismo internacional” y más en concreto con atentados como el de Madrid y el de Londres, cada vez son más los periodistas e investigadores de todo el mundo que apuntan en esta dirección. Como se ha dicho en la revista Three Monkeys online al comentar los análisis de uno de ellos, el profesor Daniele Ganser, “esto no es Roswell -el caso de los extraterrestres- ni otras teorías conspirativas rebuscadas tan populares para la generación de Internet. Esta es la historia de un movimiento real, que la historia ha probado [en referencia a diversos atentados ocurridos en los años 70 y 80], y que ha operado en territorio europeo. La estrategia de la tensión sigue siendo una teoría plausible que explica los crueles atentados en Europa”. Lo que ha ocurrido a lo largo de estos años en relación al caso del 11-M hace que sintamos aún más firme esta percepción.
2– Por lo que respecta a la representación que se está ofreciendo en la Audiencia Nacional, pensamos que la operación de encubrimiento ha tenido que basarse, entre otros aspectos, en dos sobre los que queremos llamar la atención:
-Un diseño procesal asentado en un modelo de “abultamiento”: años de instrucción, meses y meses de “juicio”, decenas de miles de páginas de sumario, centenares de presuntos testigos, etc. Parece que cuanto mayores sean las dimensiones de la acción judicial, mejor, porque una imagen ampulosa y de aparente grandeza sugerirá que si todo es tan descomunal el sumario sólo puede ser correcto y al menos parte de los procesados son culpables. Las declaraciones exculpatorias y la condena de los atentados, inauditas en unos combatientes yihadistas voluntarios, no servirán de nada: las toneladas de papel, aunque compongan un magma inconexo y caótico, deben enterrar por sí solas toda presunción de inocencia. Los abogados defensores saben que tras todo ese humo y los datos fabricados ad hoc –en muchos casos usando procedimientos no legales, como la supuesta grabación a Rabei Osman- y vendidos como “pruebas” no hay nada más que la intención de cerrar un caso en el que jamás se condenará a los asesinos. Por su parte, la fiscal y los miembros del “tribunal” saben que no hay terroristas islámicos en el banquillo y que los criminales están libres. Nos vemos en la necesidad de decir que no estamos ante jueces, sino ante agentes instrumentales que en lugar de desempeñar su cometido profesional e impartir justicia están cumpliendo una misión trascendental para la estabilidad del Estado y de sus instituciones, misión en la que deben ser sacrificadas decenas de personas.
-La operación de Leganés, sobre la que se confirma lo que era previsible: la existencia de varias personas muertas en extrañas circunstancias ha servido para pretender adjudicar sobre ellas, y especialmente sobre ellas, una irrefutable responsabilidad en los atentados. Ese es el sentido del falso operativo antiterrorista de abril de 2004, planeado para que se convirtiera en la tabla de salvación del sumario: si los procesados no se autoinculpan, se intenta que tome forma la idea de que los fallecidos eran “terroristas islamistas” de la peor calaña y de que algunos de los que permanecen vivos han podido tener alguna relación, siquiera circunstancial, con ellos (aunque probablemente no todos los acusados recibirán la condena solicitada por la Fiscalía, para dar así la sensación de que la sentencia es rigurosa y no indiscriminada). Pero a pesar de la presión ejercida en este sentido sobre los acusados con la promesa de que su actitud en el proceso podría aliviar su situación, de los muertos sólo se están haciendo referencias a sus supuestas personalidades y a cuestiones relacionadas en todo caso con la delicuencia común, pero no con el 11-M.
3– Queremos subrayar y denunciar el papel manipulador que el diario El País, la cadena SER, el resto de medios de comunicación del grupo PRISA y la radio y televisión públicas de ámbito estatal están jugando en esta gigantesca operación de encubrimiento. Su complicidad no consiste solamente en difundir opiniones que pisotean una y otra vez la presunción de inocencia de los procesados, sino también en tratar de producir pruebas falsas con las que manchar la imagen de éstos y justificar sus futuras condenas. En este sentido, creemos que muchas de las páginas de El País alusivas el “juicio” deben pasar a la historia del periodismo por su nivel de desprecio de la deontología profesional. Sólo reseñaremos algunos ejemplos.
El 18 de febrero de 2007, y en clara reacción al desconcierto que han suscitado en algunos ámbitos las primeras declaraciones de los procesados, los responsables de la versión en papel de este entramado mediático -que actúa a instancias de otros poderes y está al corriente de la inocencia de todos los encausados- decidieron publicar el día de mayor venta de ejemplares (domingo) el siguiente titular a cuatro columnas y en primera página: “Un manual de los terroristas del 11-M les instruye para que se declaren inocentes”. En el desarrollo de la información, y al igual que está haciendo desde que se inició la pantomima de la Casa de Campo, el periódico usa varias veces la palabra “estrategia” para calificar la actitud de las personas procesadas. Sin embargo este medio no ha sido capaz de explicar cómo nadie supo absolutamente nada de esta “estrategia” y de este supuesto manual –al que sólo El País parece haber tenido acceso- en los casi cuatro años transcurridos desde la explosión de Leganés, ni tampoco cómo los “islamistas” que lo tuvieron en su poder, en lugar de hacer uso de él y por tanto mostrar una actitud acorde con su contenido, decidieron manifestar su culpabilidad mediante lo que nos han dicho que hicieron: gritar, disparar e inmolarse. Esta artimaña periodística indica que los intoxicadores esperaban que todos los acusados proclamaran su inocencia ¡cuando aún eran sólo dos los que habían declarado! Es obvio que la oportuna y mágica aparición de un texto ignoto no es sino una más de las incontables y repugnantes maniobras urdidas para condenar a personas inocentes y proteger así la estabilidad del sistema político. El mismo periódico trajo el 20 de febrero a su primera página el siguiente titular: “Dos supuestos autores del 11-M dan pistas del atentado en la vista oral”. Sin embargo, no solamente no se aporta un solo dato en ese sentido en el desarrollo que hacen de ese encabezamiento, sino que se tiene la desfachatez de escribir “todo empieza a encajar” e incluso que un procesado dijo que “El Tunecino” (el uso intencionado y persistente de motes aireados por la policía persigue construir una inequívoca imagen de delincuentes) “apoyaba los atentados en España por la guerra de Irak” (sic), cuando ese procesado únicamente hizo mención a un comentario sobre atracos a bancos y joyerías que él atribuía a esa persona ya fallecida.
En cuanto a la cadena SER, no podemos reflejar todo lo que hemos escuchado y que nos parece significativo. He aquí sólo algunos extractos de “informaciones” y comentarios emitidos el 16 de febrero: “Los islamistas del 11-M rechazan cualquier relación con ETA”, “Zougam lo niega todo. A preguntas incómodas, respuestas evasivas. Se puso bastante nervioso, con argumentaciones de escasa capacidad de convicción”, “Hassan El Haski y Rabei Osman, el Egipcio, son los dos terroristas que reconocen en conversaciones estar al corriente de los atentados de Madrid”, “el declararse inocente, el decir yo no he pasado por ahí… eso es obligatorio aunque te pillen con el cuchillo lleno de sangre. Esto es una estrategia de la defensa”, “a ellos no les importa en absoluto condenar el terrorismo, a pesar de que ellos sean los terroristas, en el supuesto de que lo fueran –que parece que sí-; otros, en cambio, no lo hacen, pero en el caso de ellos no tienen el más mínimo problema. Tienen una capacidad de desdoblamiento.”
4– Con la misma energía denunciamos el execrable tratamiento informativo que del proceso está realizando prácticamente la totalidad del resto de medios privados y públicos. Resultaría imposible elaborar un análisis que recogiera todas las mentiras e intoxicaciones que se han vertido. En cualquier caso, queremos hacer notar que aquellos ubicados más a la derecha, incluidos los que se han considerado como “conspiracionistas” por su empeño en que aparezcan las siglas de ETA en todo este asunto, están siguiendo en realidad un recorrido informativo no muy alejado del de los medios del entorno gubernamental. Sin renunciar al uso de esas siglas –para lo que cuentan con la colaboración de algún abogado vinculado a sectores ultraderechistas y sin ningún sentido del ridículo- y sin desistir en la habitual y monótona crítica al PSOE y a diferentes aspectos del proceso, en gran parte de las informaciones que en relación al “juicio” están publicando medios como ABC, La Razón, e incluso El Mundo y Libertad Digital, no se está cuestionando una posible responsabilidad islamista. Da la impresión de que para ellos la cuestión sería determinar, en todo caso, el grado de esa autoría. No hay duda de que la actitud cada vez más tímida de dirigentes del PP como Rajoy -que ha aludido en el seno de su partido al “respeto a la justicia” en este caso- y la del mismísimo Aznar –que en una conferencia en Estados Unidos incluyó el 11-M en una lista de atentados del nuevo desafío islamista- tiene mucho que ver con esta confusa postura mediática. Los dirigentes del PP saben qué pasó aquella mañana de marzo y su actitud “cautelosa” constriñe la actitud asilvestrada de muchos apoyos y simpatizantes del partido menos informados.
5– Seguimos contemplando sin asombro cómo la actitud de los representantes de algunos sectores políticos que se autodenominan de “izquierda” permanece firmemente anclada en las antípodas de la lucidez, cuando no se hunde en el fango de la indignidad. Ante el inmenso cúmulo de mentiras proferidas desde el principio por el PSOE, por el PP y por diferentes medios de comunicación, y ante las señales que apuntan en la dirección que señalamos, han preferido mirar hacia otro lado y adherirse a la interpretación sostenida y escenificada por el presente gobierno, renovando su inquebrantable fe en las “instituciones democráticas”. De esa forma han renunciado a cuestionar el carácter de un sistema político que no sólo es capaz de impedir que quienes quieren dominar las riendas de la geopolítica mundial perpetren este tipo de masacres, sino que en última instancia colabora con ellos (el último ejemplo es el acuerdo entre el Ministerio de Defensa y dos agencias de inteligencia del Pentágono, el NCSI y la OSI, que autoriza a los espías estadounidenses a actuar bajo supervisión en el Estado español) y además trabaja denodadamente para que nunca sean juzgados. No importa que el presidente del gobierno español reconociera la existencia de los mal llamados vuelos “secretos” en conversación con uno de los periodistas del Diario de Mallorca que ha investigado las actividades de la CIA, tampoco importa que en la misma conversación el mismo presidente dijera ante ese sorprendido periodista que “esto no es nada comparado con lo que pasa en las bases [militares]” (ver el nº 44 del periódico Diagonal). Nada de eso merece la pena tomarse en consideración por parte de una izquierda que vive ajena a la verdadera realidad política y social del Estado español y del mundo, y que por tanto no es consciente del alcance real del impresionante aparato logístico que tanto esas bases (en 2005 Estados Unidos tenía 737 en todo el planeta, según datos extraídos del último libro de Chalmers Johnson) como otros múltiples dispositivos conforman desde hace mucho tiempo.
6– Exigimos la inmediata puesta en libertad de todas las personas que permanecen secuestradas por el Estado para utilizarlas de chivos expiatorios de la matanza. Además de la ausencia de garantías jurídicas en todo el proceso, queremos asimismo denunciar que si bien parece que estas personas no han sido torturadas físicamente para obtener una información que no pueden dar (trato que no se hubiera dudado en aplicar en caso de considerarles sospechosas), sus captores han pretendido representar su peligrosidad y culpa sometiéndolas a unas condiciones de existencia crueles e inhumanas que constituyen un auténtico tormento: algunas de ellas, como es el caso de Rabei Osman, permanecen aisladas durante 21 horas al día en una celda –el resto del tiempo tampoco pueden hablar con nadie- y reciben constantes insultos y humillaciones. Al mismo tiempo, recordamos que además de los 191 asesinatos del 11 de marzo de 2004, se sigue sin conocer las circunstancias reales de la desaparición y muerte de las personas que supuestamente se suicidaron en Leganés y de las que también defendemos su presunción de inocencia. Es preciso reconocer que en este caso la responsabilidad de las muertes no recaería sobre organizaciones de ámbito internacional, sino sobre los aparatos gubernamentales, policiales y judiciales del Estado español, los cuales, apremiados por la situación generada el 11-M, habrían decidido simular una inmolación para conducir el caso por la vía “islámica”. Finalmente, debemos recordar que fueron también efectivos policiales los responsables directos de las dos muertes ocurridas en Euskal Herria (Pamplona y Hernani) durante los días posteriores a la masacre, como consecuencia de la versión inicial de los hechos que difundieron los principales partidos políticos.
7– Los colectivos y personas que atribuimos el exterminio de 191 personas a los tentáculos armados del Imperio no cejaremos en nuestro empeño hasta que los criminales y sus encubridores en las diferentes áreas (política, policial, judicial y mediática) se sienten en el banquillo de los acusados, pero al mismo tiempo tenemos la certidumbre de que nunca podrá haber justicia en el marco de este sistema. Por ello, y aunque haya quien quiera acusarnos de emplear un lenguaje desfasado, insistimos en la necesidad de desarrollar una labor constante de denuncia y de lucha contra el capitalismo imperialista, que más allá del 11-M sigue oprimiendo y asesinando a miles y miles de mujeres y hombres en todo el mundo. A la vez, creemos que en los diferentes sectores y organismos populares y en los medios alternativos de información deberíamos fortalecer una actitud crítica y lúcida que contribuya a interpretar con discernimiento la realidad de las relaciones internacionales, el sentido que tienen en ella las operaciones terroristas contra civiles llevadas a cabo por unidades militares especiales y la función intoxicadora que en este contexto desempeñan la mayor parte de medios de comunicación de masas.
Otro mundo es y será posible, pero sabemos que para ello no bastará con proclamar eslóganes de forma rutinaria: la información alternativa y en general la actividad y conciencia revolucionarias deben perseverar en todas las vías posibles para ayudar a crear las condiciones que permitan construir una nueva realidad humana. Por nuestra parte, vamos a procurar seguir encaminando nuestros esfuerzos en ese sentido.
Colectivo Dek Unu
20 de febrero de 2007
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